Pasear por esta ciudad extremeña es lo más parecido a viajar en el tiempo. Imposible no caminar imaginando cómo sería la vida en la época en la que los romanos vestían con toga y disfrutaban viendo espectáculos de gladiadores.

Fundada en el 25 a. C., Augusta Emerita fue una de las ciudades más importantes del Imperio romano. Muestra de aquel esplendor, la capital extremeña sigue hoy albergando grandes tesoros que nos trasladan en el tiempo y nos dejan con la boca abierta. Un lujo el poder tener un trocito de la Roma antigua en un estado de conservación excelente.
Variedad de espectáculos

Al contrario de lo que ocurre cuando se visitan otras ruinas históricas, al llegar al Teatro Romano de Mérida no hace falta tirar de imaginación para hacerse una idea de cómo pudo haber sido este edificio en el pasado.
Gracias a su gran estado de conservación, el teatro de Mérida sigue siendo un lugar de encuentro con la cultura cada temporada. De hecho, su acústica aún sorprende a los asistentes. A su lado, encontramos el anfiteatro, lugar en el que hasta 15000 personas disfrutaban de los combates de gladiadores, las cacerías de fieras y la lucha entre animales salvajes.
A pesar de ser uno de los mejores conservados del mundo, siempre pasa desapercibido a causa del gran protagonismo que siempre ha tenido su vecino, el teatro.

Por fuera o por dentro
El Museo Nacional de Arte Romano es uno de los grandes imprescindibles de la ciudad. El magnífico edificio diseñado por Rafael Moneo acoge una impresionante colección que deja patente el poder que tenía la ciudad en la época romana.
En su interior, encontrarás figuras talladas con un valor incalculable, como la imagen de Cares, el Augusto velado o restos del pórtico del foro. También hay una selección de monedas, vasijas o mosaicos. Sin duda este museo es el lugar perfecto para conocer más en profundidad esa parte de nuestra historia, así como para valorar el resto de construcciones de la ciudad, como el circo, el acueducto o el puente romano.
Templo de Diana
Escondido entre las callejuelas de la ciudad, está el que ha sido el único edificio religioso romano que ha perdurado en Mérida. A su lado se construyó el Palacio del Conde de los Corbos, edificio que aseguró su conservación y que hoy en día alberga un centro de interpretación para poder conocer más detalles sobre el templo, como, por ejemplo, que realmente estaba dedicado al culto imperial y no a la diosa Diana.
Lo que sí es seguro es que formaba parte del foro, lugar de encuentro romano. Algo que no ha cambiado, ya que esta plaza sigue siendo una de las más concurridas.
Casa del Mitreo
Una vez conocido cómo era la vida social de los romanos, solo falta entrar en una casa, y esto es posible visitando la Casa del Mitreo. Se trata de una casa señorial de la época de la que nos ha llegado parte de su decoración, en concreto, pinturas y mosaicos, que son una auténtica maravilla.
Grandes infraestructuras
Una ciudad con la importancia que tenía Mérida en su momento requería de una gran infraestructura para que a sus habitantes no les faltase de nada. Por eso, hoy podemos seguir apreciando el trazado de algunas de sus vías, el puente que daba acceso a la ciudad y dos de sus acueductos, el de los Milagros y el de San Lázaro.
Con ellos, se aseguraba el abastecimiento de agua, por lo que estuvieron en funcionamiento por muchos años. Se conservan más de ochocientos metros de recorrido, sus columnas y arcos están construidos con granito y ladrillo y la parte más alta se alza hasta los veintisiete metros por encima del terreno.
